Michel de Montaigne

Durante su vida, Montaigne fue admirado más como estadista que como escritor. La tendencia en sus ensayos a divagar hacia anécdotas y reflexiones personales se consideraba perjudicial para el estilo apropiado más que una innovación, y su declaración de que «Yo mismo soy el tema de mi libro» fue considerada por sus contemporáneos como autocomplaciente. Sin embargo, con el tiempo, Montaigne llegó a ser reconocido por encarnar, quizá mejor que ningún otro escritor de su época, el espíritu de la duda libremente entretenida que empezó a surgir en aquella época. Es famoso por su escéptico comentario «''Que sçay-je''?» («¿Qué sé yo?», en francés medio; ahora escrito «''Que sais-je?''» en francés moderno).
Ha sido calificado como el más clásico de los modernos y el más moderno de los clásicos. Viviendo, como vivió, en la segunda mitad del , Montaigne fue testigo del declive del optimismo intelectual que había marcado el Renacimiento. La sensación de inmensas posibilidades humanas, derivada de los descubrimientos de los viajeros en el Nuevo Mundo, del redescubrimiento de la antigüedad clásica y de la apertura de horizontes académicos a través de las obras de los humanistas, se hizo añicos en Francia cuando el advenimiento de la Reforma calvinista fue seguido de cerca por la persecución religiosa y las Guerras de religión (1562-1598). Estos conflictos, que desgarraron el país, fueron en realidad guerras políticas y civiles, además de religiosas, marcadas por grandes excesos de fanatismo y crueldad. Profundamente crítico de su tiempo y profundamente involucrado en sus preocupaciones y luchas, Montaigne eligió escribir sobre sí mismo —«Yo mismo soy el tema de mi libro», dice en su discurso de apertura al lector— para llegar a ciertas verdades posibles acerca del hombre y la condición humana, en un período de luchas y divisiones ideológicas en el que toda posibilidad de verdad parecía ilusoria y traicionera. proporcionado por Wikipedia
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